En un post pasado hablamos de cómo nuestro padres influyen en la construcción de nuestra autoestima. El día de hoy veremos si nuestra pareja puede influir sobre que pensamos de nosotros mismos.
La pareja y la autoestima:
Todo lo que no resolvemos emocionalmente en relación con nuestros padres lo acabamos atrayendo y proyectando sobre nuestra pareja.
A menos que nos hayamos emancipado emocionalmente de nuestros padres –sintiendo paz y agradecimiento por las enseñanzas recibidas–, difícilmente sabremos ser felices por nosotros mismos en el momento presente, pudiendo establecer un vínculo sano, libre, amoroso y respetuoso con nuestra pareja.

Si no hemos ahuyentado los fantasmas de nuestro pasado, estos nos llenan de miedos e inseguridades en el presente, boicoteando inconscientemente nuestra relación sentimental. De este modo, cultivamos una relación basada en el apego y la dependencia emocional. Nuestra pareja se convierte en nuestra felicidad. Y al necesitar de ella, nos es imposible amarla, boicoteando nuestro futuro con ella.

La falta de autoestima provoca que sintamos un profundo temor a perder a nuestra pareja, la cual consideramos que es nuestro único proveedor de amor. Es entonces cuando la posesividad, los celos y el afán de control entran en acción. Y es una simple cuestión de tiempo que la relación termine dinamitando. Curiosamente, debido a la codependencia emocional, muchas parejas terminan conformándose con relaciones tóxicas de las que les es muy difícil escapar.
Sanar nuestra autoestima a través de nuestra pareja:
Gracias a este segundo maestro espiritual, tenemos la oportunidad de trabajar el desapego y la independencia emocional.

Para lograrlo hemos de comprender que la única relación verdaderamente profunda y duradera es la que mantenemos con nosotros. El resto de vínculos son un juego de espejos (donde nos vemos reflejados) y de pantallas, donde nos proyectamos.
Y que el auténtico amor de nuestra vida hemos de ser nosotros para nosotros mismos, pues nadie más puede hacernos felices, por más que Hollywood y Disney traten de convencernos de lo contrario.

Solo así dejaremos de sentirnos una media naranja para experimentarnos como una naranja entera, pudiendo amar y respetar a nuestra pareja como lo que es: un ser completo y libre.
Y escogemos desde nuestra libertad a esa pareja porque queremos su bienestar y cuando ambos se juntan porque se sienten bien uno con el otro, no hay juzgamientos de sus conductas, no se reacciona contra la pareja, sino que hay una complementariedad entre ambos que se basa en el bienestar del otro. No estoy con esa persona por necesidad, sino porque me hace sentir en una vibración alta de amor. Ambos se disfrutan.
En la última entrega de este tema hablaremos de los hijos, como maestros espirituales y su autoestima.
Fuente de la información: Borja Vilaseca